El asesino terminal más pelmazo ataca de nuevo y al igual que en Saw IV podríamos decir que este muerto está muy vivo. En esta entrega se vuelve a lo mismo de siempre: trampas terroríficas que les someten a la gente como si participaran en un concurso japonés de fiebre amarilla pero aún más bestia o en una especie de Gran Hermano que en vez de expulsar, se asesine a la gente. Pero en este caso aparece otro acólito que los guionistas han sacado de debajo de la manga y por supuesto experto en bricolage y en preparar trampas mortíferas con temporizador. Si siguen por esa línea, el asesino terminal acabará por tener una secta de psicópatas manitas para él solito...y eso que esta muerto.
Más de lo mismo.
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