Friday, May 4, 2007

El pantano diabólico



El pantano diabólico (attack of the giant leeches 1959)
Dir. Bernad L. Kowalsky
Esta es la típica película de monstruos de los cincuenta. Y a parte de algún momento divertido como que las sanguijuelas son unos tipos disfrazados con bolsas de basura que secuestran a la gente, las mete en una cueva y les chupa la sangre, en general es bastante aburrida pues pasa más tiempo hablando en despachos y habitaciones que en "acción". Serie B matinée. Sólo para frikis.

La mujer avispa



La mujer avispa (the wasp woman 1960)
Dir. Roger Corman

Si uno se deja guiar por la portada puede llegar a pensar que es una "pasada" de película. Pero no se engañen la mutante con el cuerpo de avispa y cabeza de mujer no es tal: a la chica le ponen una ridícula careta con ojos saltones, colmillos y unas antenas y va que chuta. A parte de ser friki es un poco aburrida. Rellenan la película con mucho diálogo y poca acción. Supongo que por una cuestión de presupuesto. Como detalle interesante: el director es Roger Corman.

El Santo


El Santo, el luchador mejicano, es la quintaesencia de la caspa más cutre y deshinibida. Sin prejuicios, muestra al mundo su heroicidad despreocupada, ajena al ridículo y siempre dispuesto a darle cuatro bofetadas a palma abierta a los monstruos de la Universal convertidos por arte del cine azteca en tristes caricaturas. Así Drácula, el hombre-lobo, "Frankenstein" y la momia (azecas, claro) son reducidos con dos llaves de luchador de wrestling.Habría que rendirle un sentido homenaje al creador de semejante criatura: diálogos surrealistas, actores impostados hasta lo exagerado o completamente inexpresivos, personajes de tebeo, guiones escritos por alguien de edad mental de 10 años...todo ello hace que directores como Ed Wood sean casi Spielberg, por lo menos.En estas películas siempre encontramos situaciones completamente absurdas que provocan la hilaridad, nada inocente, del espectador. Me he sorprendido más de una vez regocijandome ante la contemplación de esos engendros fílmicos. Es imposible resistirse al encanto naif del Santo, ni de Blue Demon, ni de Superser (sí, sí, como las lavadoras)que no se quitan las máscara, ni para ir al lavabo. Pero tampoco me puedo resistir a esos malos, lalísimos de pacotilla que siempre tienen la noble misión de dominar el mundo. Así los "mad doctors" intentan crear nuevas criaturas frankenstenianas, o resucitar momias aztecas con la inestimable ayuda de vampiros enanos; y Drácula por ironías del destino revive no en los Cárpatos sino en México D.C. para chuparle la sangre a la primera pilingui minifaldera que se le ponga a tiro. Sin embargo, el Santo necesita de la ayuda de sus impagables amigos: Superser o Blue Demon siempre encuentran la guarida del malo para reducirlo a bofetados y llaves de palanca. Eso sí, suelen caerse encima de una cama, sofá o algo blandito para hacerse mucha "pupa".Debo agradecer al festival de Sitges por hacerme descubrir esta joya de ultramar con el que he pasado mis ratos más divertidos en compañía del superhéroe más desvergonzado y vitalista del cine. Sin los complejos de Superman, sin los remilgos de Spiderman, sin la fatuidad de Batman. Feliz de su condición de superhéroe, no se molesta en tener una doble vida, su máscara es su rostro verdadero, la que le confiere una auténtica identidad, de hecho, es la prolongación de su hombría. El Santo le da cien mil patadas (literalmente) a cualquier héroe de la Marvel. ¡Te queremos Santo!

Edgar Allan Poe


Poe fue sin duda el creador de relatos cortos de terror moderno, donde es especialmente importante la psicología de los personajes. En su obra el descenso a los infiernos es constante como lo fue en su propia vida. En "El pozo y el péndulo" es casi literal, de tal manera que el protagonista prefiere el péndulo que le partiría en dos a ser arrojado al pozo oscuro que le llevaría al fondo mismo del averno.Uno de mis relatos favoritos es "La caída de la casa Usher" en que el desmoronamiento físico y moral es absoluto e inminente.Todo allí es angustioso: el páramo, la casa rodeada de grietas, el silencio y esa hiperestesia que enloquece a Roderick perteneciente a un mundo ajeno al nuestro. El narrador es el testigo alucinado del desplome de dos seres atrapados por una maldición. De nuevo, la tragedia. Y es que ciertamente hay seres que caminan, se mueven, hablan y respiran pero ya están muertos, al menos, por dentro. Y es lo que le ocurre a Roderick y a su hermana: ya están muertos, o mejor dicho, la muerte es un puro trámite. Lo único que necesitan es un testigo que explique lo acontecido en aquella casa destruida por la endogamia, tal vez el incesto, en una atmósfera enrarecida por una soledad extrema. Sin este cronista tan sólo nos encontrariamos con unas ruinas incomprensibles, un rompecabezas sin sentido. El narrador se llevará su testimonio consigo, tal vez para burlar de alguna manera la aniquilación total de los Usher. El recuerdo ya es algo...

Amborse Bierce


Supongo que desconocería por completo la obra de Bierce si no hubiera sido por la hermosa labor divulgativa de Juan José Plans de su programa de radio "Historias". Bierce mostro en sus relatos que el salvaje Oeste puede ser tan misterioso o más que las brumosas callejuelas de Londres o que la soledad de un castillo en los Cárpatos. Ámerica era la última frontera, una tierra por descubrir y como todo aquello que se desconoce, se teme. Es el miedo a lo desconocido, donde el mundo se muestra extremadamente hostil, en una naturaleza confabulada para la destrucción del ser humano. Ironías de la vida, lo contrario que sucede ahora. Así es que no es de extrañar que destaquen en su obra los animales que acechan en la oscuridad como demonios y los fantasmas errantes y vengativos sujan de los bosques frondosos o lejanas praderas.De su obra destaca principalmente "La muerte de Halpyn Frayser" y "Un habitante de Carcosa".¡Qué gran homenaje le hizo Plans a ambas obras pero en especial a "Halpyn Frayser"!. Aún recuerdo la estremecedora soledad sin posibilidad de escapar de Halpyn en un bosque oscuro, casi irreal. Y como una risa inhumana acechaba a quien por el título ya sabiamos que iba a sucumbir. El bosque se convierte en una enorme trampa, en una puerta al inframundo, el escenario mudo e irónico de nuestra muerte. Y sera aquel quien más nos ama el destinado a destruirnos, aunque no sepamos por qué. Es espeluznante comprobar como a medida que avanza el relato aquellas dos almas lánguidas, casi inocentes de una madre y un hijo están a punto de protagonizar un terrible duelo a muerte. El hijo, Halpyn, perdedor nato, se deja llevar por las circunstancias como una hoja al capricho del viento, como si su destino le resultara indiferente. Sólo al final deseará rebelarse contra él pero será demasiado tarde. Pero como leve compensación surgirá de él un leve resplandor de genialidad poética siempre negada por las musas, pero más por inspiración de los muertos que por su brillantez personal. Como una paradoja a medio camino entre lo sarcástico y lo romántico, la redención se produce a través de la poesía, como si ella nos rescatara de la mediocridad y limpiara nuestros pecados. La poesía como estertor. El final glorioso de una vida mediocre.En "Un habitante de Carcosa" nos encontramos de nuevo cara a cara con la soledad más absoluta y demoledora. El individuo además está desorientado, completamente incapacitado para la lucha. Sólo hay ruinas a su alrededor, tal vez la alegoría de lo que es una vida humana: una ruina.El extrañamiento se produce cuando la naturaleza pervierte sus leyes naturales simplemente para complacerse en recordadr a los seres humanos su fragilidad, la inutilidad de sus empeños, sujetos como estamos a nuestra condición humana. Para ello, la naturaleza muestra todas sus señales para recordarle su condición de mortal. Y lo único que puede hacer el individuo es ser consciente de ello, y aunque le horroriza puede enfrentarse cara a cara a ella confiriendole por ello una cierta dignidad.El hombre de Carcosa es cualquier hombre, aquel que levanta todos los velos poco a poco para enfentrase a lo inevitable: la consciencia antes de la aniquilación.

Jean Lorrain


Me gustaría dar a conocer a los fieles lectores de este blog un autor que ha sido injustamente olvidado por el canon literario, sin embargo, fue un creador de talento extraordinario. Se trata de Jean Lorrain (sí otra vez él) .Escritor francés nacido en 1855 y muerto en 1906, que pasará a la historia como un dandy melancólico y decadente, amante de lo extravagante al igual que Baudelaire.De su obra destacaría Cuentos de un bebedor de éter donde la realidad setrastoca de un modo aterrador, aunque nunca queda claro si esa transformación esproducto de una mente enferma por las drogas -el éter, que será el hilo conductor de la obra- o si realmente la realidad se ha alterado definitivamente hasta convertirse en una pesadilla delirante.De estos cuentos destacaría La mano enguantada, donde el horror másextremo se produce en una acción cotidiana y silenciosa, como un viaje en tren. Locual no merma el espanto de lo que sucede sino que lo acentúa, pues lo hace máscreíble. En el cuento no hay efectismos artificiosos e innecesarios aunque consiguemetamorfosear lo cotidiano en una realidad irreconocible, grotesca y sin sentido:Aquello se convirtió en algo obsesivo; ya no podía apartar mis ojos deaquella mano; de pronto el hombre se levantó (fue después de la estación dePassy cuando el tren acababa de ponerse en marcha), dio unos pasos en elcomportamiento y vino a plantarse ante mí. Fue horrible. Sus gruesospárpados se habían levantado y sus ojos blancos me miraban; el hombrehabía metido su mano en el bolsillo y, con ambos brazos hundidos hasta loscodos en las profundidades de su abrigo, me miraba fijamente con sus ojosvidriosos sin decir nada, inmóvil, y entonces vi que estaba dormido.Aquí vemos que un hecho aparentemente inofensivo como el de un hombre que entra en un compartimento de tren y queda dormido, se nos presenta como algoabsolutamente perturbador y amenazante.Asimismo, destacaría Reclamación póstuma donde nuevamente la aparición esprotagonista de la historia y, como siempre, la ambigüedad de su origen crea confusión en el lector, pues nunca queda claro si es producto de una mente intoxicada por el éter o porque ha sucedido un hecho fantástico o inexplicable:¿Habéis notado el imperceptible olor a éter que se desprende de la nieve? Lanieve tiene sobre mí casi los mismos efectos que el éter, me desequilibra y meturba; hay gente incluso a la que vuelve loca; entonces nevaba desde hacíatres días; atribuí mi visión a la nieve.(...)Sin embargo, aquella noche no había nieve.Lorrain parece crear un mundo propio, carnavalesco, abigarrado, de máscaras ymucetas, los personajes son grotescos como surgidos de un cuadro de “El Bosco” oBrueguel, donde cualquier ser humano puede ser un monstruo, pues sus facciones se distorsionan como si se miraran en una sala de espejos feriales. Como sucede en El poseído donde los pasajeros de un tranvía se convierten en seres infrahumanos, casi animalescos: Pero una súbita transformación parece apoderarse de todos los seres amontonados allí, los que están de pie luchan incesantemente, preocupados bestialmente por no caerse de la plataforma; están las gruesas damas como desplomadas en las cuatro esquinas del interior, los viejos obreros de dedos encogidos, con las pobres nucas coloradas por el frío, con débiles y escasos cabellos, y las fisonomías de zorro de las criadas que van a la compra, con un aspecto clorótico y vicioso, los ojos oblicuos, desviándose siempre de un extremo a otro bajo los fofos párpados, son extraños señores abotonadoshasta el cuello a los que jamás se les ve la camisa; ¿es que puede existir,amigo mío, bajo la tibia claridad de un día de noviembre, un espectáculo mássombrío y más repugnante que el que ofrece el interior de un tranvía?El mundo alucinado de Lorrain transcurre preferentemente en ambientes cerrados:alcobas enfermizas, compartimentos de tren o salones de baile, donde sus personajes movidos como marionetas, se accionan en un mundo incompresible, espantoso, de leyes caóticas y desconcertantes.Así pues, recomiendo su lectura, aunque me temo que por tiranía editorial seaun libro difícil o casi imposible de encontrar a no ser que se vaya a un mercadillo delibros o una librería de obras antiguas y tenga la suerte de encontrar el volumen 49 de La biblioteca del terror de la editorial Forum de Juan Tébar o quizás en algunabiblioteca bien surtida o por internet.No se la pierdan es una obra magnífica por descubrir

La mano enguantada


A veces los mejores relatos son los más desconocidos. Jean Lorrain escribió el mejor cuento de terror que he leído hasta ahora: "La mano enguantada". Sólo dos hombres en el compartimento de un tren a solas con el horror. En realidad es un hombre frente a un ser extraño: un hombre brutal, prognático que duerme con los ojos en blanco con una horrible expresión en el rostro. Su mano enguantada no corresponde a su aspecto bestial. Es una mano delicada, pequeña...El final es escalofriante.